Quizás tu caso es aquel que ya eres mamá y buscas darle un hermanito a tu hijo. Es normal pensar que, si ya hemos sido padres, y más, si el primer hijo ha venido rápido, el siguiente hijo vendrá también fácilmente; sin embargo, el proceso de concebir un segundo hijo se puede alargar. En primer lugar, como hemos comentado anteriormente, el proceso de fecundación no es tan sencillo como parece y puede que para la concepción de un segundo hijo no se acierte en el primer intento. También hemos podido cambiar nuestros hábitos de vida, podemos padecer mayor estrés entre conciliar el trabajo y la vida familiar, comamos peor, durmamos menos horas, hayamos cogido peso, etc. Otra de las causas es la edad, puede que hayamos dejado pasar un par de años, o tres o cuatro, para tener el siguiente hijo y la probabilidad de concebir a la primera haya disminuido. Algo menos común pero que también puede suceder es que tras el parto se haya producido alguna alteración fisiológica en el aparato reproductor de la mujer o a nivel hormonal.
A este tipo de infertilidad se le denomina infertilidad secundaria, pues se ha tenido un bebé anteriormente, y se puede mejorar al igual que la infertilidad primaria, incluso con mayor optimismo, pues se sabe que no ha habido problemas con una concepción anterior.
A veces, cuando se acude a un profesional para que estudie nuestro caso, se llega a la conclusión de que la fertilidad es de carácter idiopático, es decir, de origen desconocido. O incluso os pueden decir directamente que no os pasa nada, que estáis sanos, lo que puede generar un estado de confusión e incertidumbre, puesto que no os han dado una causa a la cual poder dar solución. Hemos de estar tranquilos en este punto y pensar que lo que realmente nos ha querido decir es que la causa no se ha podido saber según las exploraciones y pruebas a las que nos han sometido; sin embargo, existen múltiples factores de diferentes índoles que no se llegan a evaluar y que pueden estar jugando un papel fundamental en nuestra fertilidad.
Existen numerosas causas que pueden dar explicación a la dificultad de concebir. Veamos cuáles son:
Causas fisiopatológicas en relación con el aparato reproductor: Tanto el hombre como la mujer pueden padecer algún tipo de patología o malformación en su aparato reproductor que les esté impidiendo tener hijos. En todos los casos, es fundamental que el médico haga las pruebas necesarias, llegue a un correcto diagnóstico y proporcione el tratamiento o la intervención adecuada para que la mujer y/o el hombre pueda mejorar su salud y su fertilidad.
Otras alteraciones o patologías: existen ciertas patologías como alteraciones hormonales, enfermedades autoinmunes, infecciones, cáncer y enfermedades circulatorias, que pueden afectar nuestra capacidad para concebir.
La toma de ciertos fármacos: Son muchos los fármacos que podrían estar asociados con infertilidad. En muchas ocasiones el efecto es reversible con la suspensión del tratamiento (antibióticos, psicotrópicos, antihipertensivos, etc.). En otras ocasiones, el efecto no desaparece, como es el caso de muchos fármacos quimioterápicos responsables de consecuencias graves para la fertilidad.
El tabaco, el alcohol y las drogas: El consumo de estas sustancias introducen en nuestro organismo moléculas tóxicas para nuestra salud en general y para nuestra fertilidad en particular. En el caso de la mujer afecta a su función ovárica y en el hombre a su función espermática.
La edad de la mujer: A medida que aumenta la edad de la mujer disminuye su fertilidad, pues envejece nuestro cuerpo y, con él, el sistema reproductor: se producen alteraciones funcionales y hormonales, disminuye la reserva de ovocitos y la calidad de los mismos.
La obesidad o el bajo peso: El tejido adiposo es el órgano endocrino más grande que posee nuestro cuerpo. Está involucrado en la producción de hormonas, entre las que se encuentran las hormonas reproductivas. Por ello, cuando hay demasiado tejido adiposo o una insuficiencia de éste, la liberación de las hormonas necesarias para la función reproductiva no se lleva a cado adecuadamente.
La alimentación: está demostrado que una mala alimentación donde priman los productos procesados, los azúcares y las grasas trans, impacta negativamente en nuestra fertilidad. Además, existen una serie de vitaminas y minerales fundamentales para adecuar nuestra función reproductiva.
Moléculas tóxicas ambientales: Vivimos en un mundo lleno de moléculas, las cuales inhalamos, ingerimos o absorbemos a través de la piel. Nos referimos a las partículas presentes en la contaminación o en productos agrícolas o de jardín, a ambientadores, a aditivos alimenticios y a moléculas cosméticas. Entre ellas, encontramos ciertas moléculas que pueden hacerse pasar por nuestras hormonas, llegando a perjudicar nuestra función reproductiva.
El estrés: Un factor estresante, es todo aquel que produce un desbalance en nuestro organismo, irrumpiendo en la integración que ha de haber entre los procesos psicológicos y los demás procesos fisiológicos, el cual puede llegar a ser el causante de ciertas enfermedades como la ansiedad, la depresión y la infertilidad.
Pensamientos y emociones. Los pensamientos y emociones que nos causan malestar, tales como, miedo, preocupación, frustración, ansiedad, ira, resentimiento, angustia, dolor; desencadenan un estrés emocional que quebranta los procesos de la fertilidad, pues atenta contra nuestras señales cerebrales, produciendo un desbalance en las hormonas reproductivas.
El sexo: El sexo va ligado a nuestro cuerpo y a nuestra mente. Necesitamos por tanto que ambos estén relajados para lograr así un sexo espontáneo y placentero, sin presiones ni condicionantes. De esta manera favoreceremos que las funciones reproductivas de nuestro organismo fluyan libremente.