La mayoría de las parejas consiguen concebir de manera natural sin problemas y sólo una minoría, en torno a un 15 % pueden encontrarse con alguna dificultad. Sin embargo, si crees que estás en ese 15 %, antes de nada, has de saber que el que se produzca la fecundación y que ese óvulo fecundado siga adelante no es tan sencillo como parece. Biológicamente y en términos generales hay una probabilidad del 20-25 % en cada intento de que el espermatozoide fertilice al óvulo. Y a ello hemos de sumarle la estimación de que sólo el 25 % de los óvulos fecundados se implantarán en el útero. Por lo que la idea que extraemos es que hemos de estar tranquilos y no impacientar cuando buscamos un embarazo. No obstante, hemos de caer en la cuenta de que estos números están sacados de la población general y no de aquellas personas que se preocupan por conocer mejor su organismo, estar sanos y optimizar su fertilidad; hechos que mejorarían indudablemente las estadísticas.

¿Seré yo o mi pareja quien tiene dificultades?

Los factores etiológicos se distribuyen prácticamente por igual entre los dos miembros de la pareja: un 30% de los casos se debe a causas masculinas, un 30% a problemas en la mujer, y un 15-30% a factores mixtos. Podemos considerar que el factor masculino va a contribuir en aproximadamente la mitad de las parejas que consultan por infertilidad, bien aisladamente o bien asociado a otros factores en la mujer; y viceversa. Por lo tanto, la evaluación del hombre y de la mujer deben ser igual de importantes y exhaustivas desde el principio; así como el querer poner de su parte para mejorar la fertilidad de la pareja.

¿Si ya he sido mamá antes, por qué no llega una segunda vez?

Quizás tu caso es aquel que ya eres mamá y buscas darle un hermanito a tu hijo. Es normal pensar que, si ya hemos sido padres, y más, si el primer hijo ha venido rápido, el siguiente hijo vendrá también fácilmente; sin embargo, el proceso de concebir un segundo hijo se puede alargar. En primer lugar, como hemos comentado anteriormente, el proceso de fecundación no es tan sencillo como parece y puede que para la concepción de un segundo hijo no se acierte en el primer intento. También hemos podido cambiar nuestros hábitos de vida, podemos padecer mayor estrés entre conciliar el trabajo y la vida familiar, comamos peor, durmamos menos horas, hayamos cogido peso, etc. Otra de las causas es la edad, puede que hayamos dejado pasar un par de años, o tres o cuatro, para tener el siguiente hijo y la probabilidad de concebir a la primera haya disminuido. Algo menos común pero que también puede suceder es que tras el parto se haya producido alguna alteración fisiológica en el aparato reproductor de la mujer o a nivel hormonal.

A este tipo de infertilidad se le denomina infertilidad secundaria, pues se ha tenido un bebé anteriormente, y se puede mejorar al igual que la infertilidad primaria, incluso con mayor optimismo, pues se sabe que no ha habido problemas con una concepción anterior.

No nos encuentran la causa, ¿cómo es posible?

A veces, cuando se acude a un profesional para que estudie nuestro caso, se llega a la conclusión de que la fertilidad es de carácter idiopático, es decir, de origen desconocido. O incluso os pueden decir directamente que no os pasa nada, que estáis sanos, lo que puede generar un estado de confusión e incertidumbre, puesto que no os han dado una causa a la cual poder dar solución. Hemos de estar tranquilos en este punto y pensar que lo que realmente nos ha querido decir es que la causa no se ha podido saber según las exploraciones y pruebas a las que nos han sometido; sin embargo, existen múltiples factores de diferentes índoles que no se llegan a evaluar y que pueden estar jugando un papel fundamental en nuestra fertilidad.

Hemos probado varios tratamientos y no han funcionado. ¿Qué puede estar pasando?

Quizás vuestro caso es aquel en el que habéis probado algún tratamiento de reproducción asistida, sin éxito todavía. No hemos de olvidar que estos tipos de tratamiento no garantizan que se vaya a dar el embarazo. Como ningún otro método. Ante todo, prima la naturaleza e idiosincrasia de cada uno de nosotros y esto, no lo podemos controlar. En los tratamientos de reproducción asistida hay muchos factores que, aunque la ciencia avanza y cada vez las condiciones son mejores, no dejan de ser factores artificiales externos que influyen en los siguientes pasos de la intervención. Sin embargo, hemos de saber que al igual que hay que optimizar las condiciones en el laboratorio (in vitro), también hay que optimizar las condiciones en el organismo (in vivo) y esto es lo que no se tiene en cuenta normalmente en las clínicas de FIV. Y ¿qué significa optimizar las condiciones en el organismo? Nos referimos a conseguir un ambiente idóneo interno, es decir, obtener unos niveles moleculares adecuados, y unas células y unos tejidos sanos; todo ello se traducirá en unos gametos de calidad, un endometrio saludable, un balance hormonal idóneo, un adecuado sistema inmune; así como unos procesos metabólicos e inflamatorios equilibrados. Todo ello es fundamental para darse la fecundación, la posterior implantación y crecimiento de un embrión sano, protegido en un vientre materno saludable. Como veis, no es algo tan sencillo como una transferencia de células y ya, sino que hay que poner a punto todos los factores que influyen en la fertilidad para aumentar las probabilidades de conseguir un embarazo a término y sano.

¿Y cuáles son esos factores que influyen en la fertilidad?

Existen numerosas causas que pueden dar explicación a la dificultad de concebir. Veamos cuáles son:

Causas fisiopatológicas en relación con el aparato reproductor:  Tanto el hombre como la mujer pueden padecer algún tipo de patología o malformación en su aparato reproductor que les esté impidiendo tener hijos. En todos los casos, es fundamental que el médico haga las pruebas necesarias, llegue a un correcto diagnóstico y proporcione el tratamiento o la intervención adecuada para que la mujer y/o el hombre pueda mejorar su salud y su fertilidad.

Otras alteraciones o patologías: existen ciertas patologías como alteraciones hormonales, enfermedades autoinmunes, infecciones, cáncer y enfermedades circulatorias, que pueden afectar nuestra capacidad para concebir.

La toma de ciertos fármacos: Son muchos los fármacos que podrían estar asociados con infertilidad. En muchas ocasiones el efecto es reversible con la suspensión del tratamiento (antibióticos, psicotrópicos, antihipertensivos, etc.). En otras ocasiones, el efecto no desaparece, como es el caso de muchos fármacos quimioterápicos responsables de consecuencias graves para la fertilidad.

El tabaco, el alcohol y las drogas: El consumo de estas sustancias introducen en nuestro organismo moléculas tóxicas para nuestra salud en general y para nuestra fertilidad en particular. En el caso de la mujer afecta a su función ovárica y en el hombre a su función espermática.

La edad de la mujer: A medida que aumenta la edad de la mujer disminuye su fertilidad, pues envejece nuestro cuerpo y, con él, el sistema reproductor: se producen alteraciones funcionales y hormonales, disminuye la reserva de ovocitos y la calidad de los mismos.

La obesidad o el bajo peso: El tejido adiposo es el órgano endocrino más grande que posee nuestro cuerpo. Está involucrado en la producción de hormonas, entre las que se encuentran las hormonas reproductivas. Por ello, cuando hay demasiado tejido adiposo o una insuficiencia de éste, la liberación de las hormonas necesarias para la función reproductiva no se lleva a cado adecuadamente. 

La alimentación: está demostrado que una mala alimentación donde priman los productos procesados, los azúcares y las grasas trans, impacta negativamente en nuestra fertilidad. Además, existen una serie de vitaminas y minerales fundamentales para adecuar nuestra función reproductiva.

Moléculas tóxicas ambientales: Vivimos en un mundo lleno de moléculas, las cuales inhalamos, ingerimos o absorbemos a través de la piel. Nos referimos a las partículas presentes en la contaminación o en productos agrícolas o de jardín, a ambientadores, a aditivos alimenticios y a moléculas cosméticas. Entre ellas, encontramos ciertas moléculas que pueden hacerse pasar por nuestras hormonas, llegando a perjudicar nuestra función reproductiva.

El estrés: Un factor estresante, es todo aquel que produce un desbalance en nuestro organismo, irrumpiendo en la integración que ha de haber entre los procesos psicológicos y los demás procesos fisiológicos, el cual puede llegar a ser el causante de ciertas enfermedades como la ansiedad, la depresión y la infertilidad.

Pensamientos y emociones. Los pensamientos y emociones que nos causan malestar, tales como, miedo, preocupación, frustración, ansiedad, ira, resentimiento, angustia, dolor; desencadenan un estrés emocional que quebranta los procesos de la fertilidad, pues atenta contra nuestras señales cerebrales, produciendo un desbalance en las hormonas reproductivas.

El sexo: El sexo va ligado a nuestro cuerpo y a nuestra mente. Necesitamos por tanto que ambos estén relajados para lograr así un sexo espontáneo y placentero, sin presiones ni condicionantes. De esta manera favoreceremos que las funciones reproductivas de nuestro organismo fluyan libremente.

Pero entonces, ¿podemos mejorar nuestra fertilidad?

¡Claro que sí! Y por eso estamos aquí. Todos y cada uno de los factores que influyen en la fertilidad se pueden trabajar. Está demostrado científicamente que cuando eliminamos algún fármaco en concreto, cuando llevamos una alimentación saludable, cuando introducimos en nuestra alimentación una serie de vitaminas y minerales, cuando moderamos nuestro ejercicio, cuando bajamos el peso en caso de sobrepeso, cuando evitamos las moléculas tóxicas, cuando gestionamos el estrés y otros procesos psicológicos, y cuidamos nuestra vida sexual; conseguimos aumentar nuestra fertilidad y, con ello, las probabilidades de concebir. Es necesario que tanto tu pareja como tú pongáis de vuestra parte para ello. Y desde el primer día que comencéis veréis cómo vuestra motivación se irá retroalimentando y os sentiréis mejor física y mentalmente. ¿Queréis saber cómo optimizar vuestra fertilidad? ¿Queréis saber cómo aumentar vuestras probabilidades de concebir? Ponte directamente en contacto conmigo. Llámame o escríbeme ¡Te estamos esperando!